http://es.youtube.com/watch?v=IJY-NIhdw_4
Este vídeo nos muestra de manera muy sencilla la importancia que tiene el conocimiento del uso y manejo de las nuevas tecnologías en la escuela.
No basta con tener a nuestro alcance las nuevas tecnologías en las aulas. Debemos cambiar también la metodología de enseñanza para poder hacer un uso óptimo de las mismas en pos de un aprendizaje significativo cuyo motor esté regido por la motivación, el interés y el entusiamo por parte de los educandos.
Con el conocimiento del uso y manejo de las nuevas tecnologías, el alumno debe aprender a aprender y comunicarse desde lo local a lo global, así como obtener informaciones diversas sobre un mismo tema para poder reflexionar y conocer la realidad del contexto para poder criticarla y, por consiguiente, transformarla (si es necesario).
El buen uso y conocimiento de las nuevas tecnologías puedría derivar en cambios importantes en todos los niveles de la vida (político, social, económico, cultural...).
domingo, 23 de noviembre de 2008
martes, 18 de noviembre de 2008
martes, 11 de noviembre de 2008
Artículo de Arturo Pérez-Reverte publicado en XL-Semanal.
Cuadrilla de golfos apandadores, unos y otros. Refraneros casticistas analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados de la izquierda. Presidente de este Gobierno. Ex presidente del otro. Jefe de la patética oposición. Secretarios generales de partidos nacionales o de partidos autonómicos. Ministros y ex ministros -aquí matizaré ministros y ministras- de Educación y Cultura. Consejeros varios. Etcétera.
No quiero que acabe el mes sin mentaros -el tuteo es deliberado- a la madre. Y me refiero a la madre de todos cuantos habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía.
De vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo, ciencias incluidas. De quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa, nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora, los colegios privados se distancien cada vez más de los públicos en calidad de enseñanza, y los alumnos estén por debajo de la media en todas las materias evaluadas.
Pero lo peor no es eso. Lo que me hace hervir la sangre es vuestra arrogante impunidad, vuestra ausencia de autocrítica y vuestra cateta contumacia. Aquí, como de costumbre, nadie asume la culpa de nada. Hace menos de un mes, al publicarse los desoladores datos del informe Pisa 2006, a los meapilas del Pepé les faltó tiempo para echar la culpa de todo a la Logse de Maravall y Solana -que, es cierto, deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural-, pasando por alto que durante dos legislaturas, o sea, ocho años de posterior gobierno, el amigo Ansar y sus secuaces se estuvieron tocando literalmente la flor en materia de Educación, destrozando la enseñanza pública en beneficio de la privada y permitiendo, a cambio de pasteleo electoral, que cada cacique de pueblo hiciera su negocio en diecisiete sistemas educativos distintos, ajenos unos a otros, con efectos devastadores en el País Vasco y Cataluña.
Y en cuanto al Pesoe que ahora nos conduce a la Arcadia feliz, ahí están las reacciones oficiales, con una consejera de Ed ucación de la Junta de Andalucía, por ejemplo, que tras veinte años de gobierno ininterrumpido en su feudo, donde la cultura roza el subdesarrollo, tiene la desfachatez de cargarle el muerto al «retraso histórico». O una ministra de Educación, la señora Cabrera, capaz de afirmar impávida que los datos están fuera de contexto, que los alumnos españoles funcionan de maravilla, que «el sistema educativo español no sólo lo hace bien, sino que lo hace muy bien» y que éste no ha fracasado porque «es capaz de responder a los retos que tiene la sociedad», entre ellos el de que «los jóvenes tienen su propio lenguaje: el chat y el sms». Con dos cojones.
Pero lo mejor ha sido lo tuyo, presidente -recuérdame que te lo comente la próxima vez que vayas a hacerte una foto a la Real Academia Española-. Deslumbrante, lo juro, eso de que «lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres», aunque tampoco estuvo mal lo de «hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos».Dicho de otro modo, lumbrera: que después de dos mil años de Hispania grecorromana, de Quintiliano a Miguel Delibes pasando por Cervantes, Quevedo, Galdós, Clarín o Machado, la gente buena, la culta, la preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados por tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la ciudadanía, tu género y génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta de autoridad en las aulas, tu igualitarismo escolar en la mediocridad y falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus alumnos de cuatro suspensos y tira p'alante. Pues la culpa de que ahora la cosa ande chunga, la causa de tanto disparate, descoordinación, confusión y agrafía, no la tenéis los políticos culturalmente planos. Niet. La tiene el bajo rendimiento educativo de Ortega y Gasset, Unamuno, Cajal, Menéndez Pidal, Manuel Seco, Julián Marías o Gregorio Salvador, o el de la gente que estudió bajo el franquismo: Juan Marsé, Muñoz Molina, Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron, Ignacio Bosque, Margarita Salas, Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo, Francisco Rico y algunos otros analfabetos, padres o no, entre los que generacionalmente me incluyo. Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio.
Cuánto más peligro tiene un imbécil, que un malvado.
Los políticos deberían comprometerse en sus programas electorales a llevar a sus hijos a un colegio público.
He aquí la plausible crítica que hace un compañero a través de los foros sobre el artículo de Arturo Pérez Reverte al que hago alusión en este blog.
No aporta nada, descalifica sin hacer un solo argumento pedagógico; se basa en
estudios parciales de resultados educativos como "informe Pisa" que no es mas que una
pseudoevaluacion parcial y muy concreta de resultados objetivos; generaliza y acusa a
diestro y siniestro sin hacer distinciones de politicas concretas, no da ni una sola
alternativa o propuesta. El tono es despreciativo y vulgar. Recurre a la responsabilidad
politica como UNICO responsable de la situacion educativa del pais, obviando la
dimension contextual de los sujetos: medios, familia, calle... en fin, un dar tortazos a
diestro y siniestro del que opina sobre un tema que no sabe porque ha escrito libros de
otros asuntos; hace un alegato curricular recurriendo a contenidos puramente
conceptuales del curriculo basado en la enseñanza de las humanidades segun modelo
bancario de conocimiento, recula al pasado para resolver el presente y no da ni una
sola propuesta de futuro... en Psicologia Social de grupos le dan un nombre: el tenso, el
crispado, el negativo.. la funciond el educador debe ser restringir en lo posible sus
intervenciones para que no monopolice el grupo, si lo consigue, se va todo al carajo,
que es su punto de partida de la realidad.
o alusión en este blog.
Cuadrilla de golfos apandadores, unos y otros. Refraneros casticistas analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados de la izquierda. Presidente de este Gobierno. Ex presidente del otro. Jefe de la patética oposición. Secretarios generales de partidos nacionales o de partidos autonómicos. Ministros y ex ministros -aquí matizaré ministros y ministras- de Educación y Cultura. Consejeros varios. Etcétera.
No quiero que acabe el mes sin mentaros -el tuteo es deliberado- a la madre. Y me refiero a la madre de todos cuantos habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía.
De vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo, ciencias incluidas. De quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa, nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora, los colegios privados se distancien cada vez más de los públicos en calidad de enseñanza, y los alumnos estén por debajo de la media en todas las materias evaluadas.
Pero lo peor no es eso. Lo que me hace hervir la sangre es vuestra arrogante impunidad, vuestra ausencia de autocrítica y vuestra cateta contumacia. Aquí, como de costumbre, nadie asume la culpa de nada. Hace menos de un mes, al publicarse los desoladores datos del informe Pisa 2006, a los meapilas del Pepé les faltó tiempo para echar la culpa de todo a la Logse de Maravall y Solana -que, es cierto, deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural-, pasando por alto que durante dos legislaturas, o sea, ocho años de posterior gobierno, el amigo Ansar y sus secuaces se estuvieron tocando literalmente la flor en materia de Educación, destrozando la enseñanza pública en beneficio de la privada y permitiendo, a cambio de pasteleo electoral, que cada cacique de pueblo hiciera su negocio en diecisiete sistemas educativos distintos, ajenos unos a otros, con efectos devastadores en el País Vasco y Cataluña.
Y en cuanto al Pesoe que ahora nos conduce a la Arcadia feliz, ahí están las reacciones oficiales, con una consejera de Ed ucación de la Junta de Andalucía, por ejemplo, que tras veinte años de gobierno ininterrumpido en su feudo, donde la cultura roza el subdesarrollo, tiene la desfachatez de cargarle el muerto al «retraso histórico». O una ministra de Educación, la señora Cabrera, capaz de afirmar impávida que los datos están fuera de contexto, que los alumnos españoles funcionan de maravilla, que «el sistema educativo español no sólo lo hace bien, sino que lo hace muy bien» y que éste no ha fracasado porque «es capaz de responder a los retos que tiene la sociedad», entre ellos el de que «los jóvenes tienen su propio lenguaje: el chat y el sms». Con dos cojones.
Pero lo mejor ha sido lo tuyo, presidente -recuérdame que te lo comente la próxima vez que vayas a hacerte una foto a la Real Academia Española-. Deslumbrante, lo juro, eso de que «lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres», aunque tampoco estuvo mal lo de «hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos».Dicho de otro modo, lumbrera: que después de dos mil años de Hispania grecorromana, de Quintiliano a Miguel Delibes pasando por Cervantes, Quevedo, Galdós, Clarín o Machado, la gente buena, la culta, la preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados por tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la ciudadanía, tu género y génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta de autoridad en las aulas, tu igualitarismo escolar en la mediocridad y falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus alumnos de cuatro suspensos y tira p'alante. Pues la culpa de que ahora la cosa ande chunga, la causa de tanto disparate, descoordinación, confusión y agrafía, no la tenéis los políticos culturalmente planos. Niet. La tiene el bajo rendimiento educativo de Ortega y Gasset, Unamuno, Cajal, Menéndez Pidal, Manuel Seco, Julián Marías o Gregorio Salvador, o el de la gente que estudió bajo el franquismo: Juan Marsé, Muñoz Molina, Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron, Ignacio Bosque, Margarita Salas, Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo, Francisco Rico y algunos otros analfabetos, padres o no, entre los que generacionalmente me incluyo. Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio.
Cuánto más peligro tiene un imbécil, que un malvado.
Los políticos deberían comprometerse en sus programas electorales a llevar a sus hijos a un colegio público.
He aquí la plausible crítica que hace un compañero a través de los foros sobre el artículo de Arturo Pérez Reverte al que hago alusión en este blog.
No aporta nada, descalifica sin hacer un solo argumento pedagógico; se basa en
estudios parciales de resultados educativos como "informe Pisa" que no es mas que una
pseudoevaluacion parcial y muy concreta de resultados objetivos; generaliza y acusa a
diestro y siniestro sin hacer distinciones de politicas concretas, no da ni una sola
alternativa o propuesta. El tono es despreciativo y vulgar. Recurre a la responsabilidad
politica como UNICO responsable de la situacion educativa del pais, obviando la
dimension contextual de los sujetos: medios, familia, calle... en fin, un dar tortazos a
diestro y siniestro del que opina sobre un tema que no sabe porque ha escrito libros de
otros asuntos; hace un alegato curricular recurriendo a contenidos puramente
conceptuales del curriculo basado en la enseñanza de las humanidades segun modelo
bancario de conocimiento, recula al pasado para resolver el presente y no da ni una
sola propuesta de futuro... en Psicologia Social de grupos le dan un nombre: el tenso, el
crispado, el negativo.. la funciond el educador debe ser restringir en lo posible sus
intervenciones para que no monopolice el grupo, si lo consigue, se va todo al carajo,
que es su punto de partida de la realidad.
o alusión en este blog.
lunes, 10 de noviembre de 2008
domingo, 9 de noviembre de 2008
La inevitable levedad del ser
Reconozcámoslo. El hombre es débil por naturaleza.
Intentamos por todos los medios mantenernos firmes, a nuestras idelogías, a nuestros valores, a ciertos principios en los que creemos que sustentan nuestra personalidad, a nuestra integridad...
A veces creemos haberlo conseguido.
Entonces, pensamos con orgullo: estoy en el camino, estoy en el lugar que he elegido, soy...lo que quiero ser. Pero...¡amigo!.
A la mínima de cambios, ante las vicisitudes de la vida, tras cualquier acontecimiento imprevisto en nuestra vía...¡PUFF!. Algo falla de repente y comenzamos a caminar "mirándonos los zapatos".
No hemos de retroceder sin más. Démonos la vuelta, giremos nuestra mente, echemos la vista atrás y reflexionemos ante los pasos dados.
Sin prisa. Concienzudamente.
Preguntémonos: ¿Qué está ocurriendo?, ¿en qué me he equivocado?, ¿qué debo cambiar y qué debo conservar?.
La vida, tal y como la concibe Manuel Vicent en su obra "El cuerpo y las olas" consiste en ir saltando las olas incesantes en un mar, a veces tempestuoso, a veces no tanto.
Hemos de "acoplarnos" al máximo a cada una de ellas, sin cesar en la lucha por superarla y no caer en el naufragio.
Cuanto más difícil y compleja resulte la situación (la ola) y hayamos conseguido salir airosos de la misma, más fuertes nos haremos, a la vez que más habilidosos para hacerle frente a las futuras olas venideras.
De cualquier modo, seguiremos avanzando.
Lentamente... pero avanzando.
Intentamos por todos los medios mantenernos firmes, a nuestras idelogías, a nuestros valores, a ciertos principios en los que creemos que sustentan nuestra personalidad, a nuestra integridad...
A veces creemos haberlo conseguido.
Entonces, pensamos con orgullo: estoy en el camino, estoy en el lugar que he elegido, soy...lo que quiero ser. Pero...¡amigo!.
A la mínima de cambios, ante las vicisitudes de la vida, tras cualquier acontecimiento imprevisto en nuestra vía...¡PUFF!. Algo falla de repente y comenzamos a caminar "mirándonos los zapatos".
No hemos de retroceder sin más. Démonos la vuelta, giremos nuestra mente, echemos la vista atrás y reflexionemos ante los pasos dados.
Sin prisa. Concienzudamente.
Preguntémonos: ¿Qué está ocurriendo?, ¿en qué me he equivocado?, ¿qué debo cambiar y qué debo conservar?.
La vida, tal y como la concibe Manuel Vicent en su obra "El cuerpo y las olas" consiste en ir saltando las olas incesantes en un mar, a veces tempestuoso, a veces no tanto.
Hemos de "acoplarnos" al máximo a cada una de ellas, sin cesar en la lucha por superarla y no caer en el naufragio.
Cuanto más difícil y compleja resulte la situación (la ola) y hayamos conseguido salir airosos de la misma, más fuertes nos haremos, a la vez que más habilidosos para hacerle frente a las futuras olas venideras.
De cualquier modo, seguiremos avanzando.
Lentamente... pero avanzando.
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